12.13.2011

Algún día abriré los ojos y tendré tu rostro dormido frente al mío. Con tus ojos cerrados, la respiración acompasada y tranquila, soñando con a saber qué; entonces yo te podré acariciar. Acariciar dulcemente tus mejillas con la certeza de que aquella situación se repita cada mañana todos los días de nuestra vida.

11.19.2011

La chica de la ventana

Muchacha esperanzada y optimista observa a través de su ventana más allá de pisos y barrios, en vez de estar pensando en las características del Renacimiento. Observa el asfalto, observa el caminar de millares de personas al azar, pero hoy él no ha pasado por allí. Ese chico medianamente alto de ojos color como la miel y con una sonrisa que podría iluminar toda la ciudad. El mismo ángel que pasa a las seis de la tarde con su vieja bicicleta roja. Siempre pasa por allí con su maleta a cuestas y ella lo espera arrodillada en su cama y apoyada en su ventana, observando su lento caminar, su rostro sereno y la esencia que a ella le desprende. El mismo que se sienta a su izquierda en clase, pero la muchacha no logra articular palabras ni dirigirse a él, gracias a su gran timidez. 

Las ilusiones y esperanzas de la chica se desvanecen como la caída de un frágil pétalo de rosa, al mirar que ya son las siete de la tarde y su ángel no ha pasado aún por allí. 

La débil muchacha seguirá observando a través de su ventana, mirando como se encienden las farolas cada nueve de la noche, como pasan fugazmente los coches, oyendo a varias personas hablar, el llanto de un bebé, la escandalosa risa de un par de adolescentes... Esperando a que él pase para poder complacer una vez más a su corazón.
A veces me pregunto, ¿Por qué seré yo?

11.15.2011

Cada día que pasa, me percato cuanta es la importancia de esa persona en mi vida. Cuanto es el amor que me transmite todos los días con apasionados y feroces besos, suaves y cálidos abrazos, cariñosos y tontos insultos...
Cada día, por algún motivo, cada vez que lo veo, sonrío. Y al ver cualquier sonrisa suya, a parte de que me alegre de que esté feliz, me alegro de ser yo la razón de esa gran sonrisa. 
Cada vez que me estrecha en sus brazos, me siento protegida, segura y mis brazos automáticamente responden con otro apretón, deseando que sea mío para siempre, que forme parte de mi cuerpo, que nada ni nadie nos separe. 
Cada día que transcurre, estoy más segura de que él ya forma parte de mí, que no podría pasar un día sin verlo.
Que, todos los momentos y circunstancias vividos juntos, me hacen estar más segura de que me antepondría entre una bala y él. Que estaré con a su lado hasta que la muerte misma nos separe.